domingo, abril 09, 2006

[][][][] [][][][]QUE ME PERDONE MARIO VARGAS LLOSA, PERO SI HAY UNA PALABRA QUE MARCA MI VIDA ES LA OBSESIÓN Y ASÍ FUE... ME OBSESIONÉ CON DOS PÁGINAS DE "LA TIA JULIA Y EL ESCRIBIDOR" Y DESPUÉS DE LEERLAS Y RELEERLAS, RESULTÓ LO QUE USTED SE INICIA A LEER, UNA ADAPTACIÓN PERSONAL Y ÚNICA DE 247-248... X MICHAEL_GAZZU[][][][] [][][][]
Esa semana que estuve sin verla, volví a salir varias noches, varios días, con amigos de estudios lejanos a quienes, desde mis amores part-time, no había vuelto a buscar. Eran amigos –más tarde cambiaria esa palabra por compañeros- de colegio, universidad o trabajo, muchachos que aún estudiaban periodismo, como el flaco Rodrigo, o ingeniería, como el Colorao, o que se habían puesto a trabajar viendo la vida tras un mesón como Bastian, y con quienes desde la adolescencia, algunos, juventud, otros, había compartido cosas maravillosas: una conversación sobre ruedas, fiestas después del trabajo, carretes después de clases, las enamoradas y los cines, todos momentos que después se agradecerían.
Pero en estas salidas, después de meses sin vernos, me di cuenta que algo se había perdido de nuestra amistad, el bolsillo roto algo había dejado caer. Ya no existían tantas cosas en común como antes. Hicimos, las noches de esa semana, las muchas proezas que solíamos hacer: partir bebiendo un jugo, para terminar con un viejito –más borracho que nosotros- compartiendo una misma mesa, comer muchos fideos, recorrer las calles de Santiago, sentarnos, pararnos, de varios Pub’s para beber siempre la misma conversación de la vida y terminar en la casa de alguno, siempre bebiendo nunca/casi comiendo, siempre juntándonos, siempre confundiéndonos. Ellos seguían siendo los mismos, decían los mismos chistes, hacían las mismas imitaciones, hablaban de las mismas chicas, y si bien esas mismas chicas también me correspondían a mí, yo no podía hablar… lo que se perdió… al parecer era mucho.
No les tenía ningún desprecio porque no leyeran mi literatura, ni me consideraba superior por poseer literatura, pero lo cierto es que en esas noches, mientras caminábamos, bebíamos cerveza y conversábamos, yo me aburría y pensaba más en lo que se había perdido que en lo que aún quedaba.